Hola! Somos Ren y Santi, los founders de MUTUO. Bienvenidos a nuestro Substack y al story time donde les contamos cómo terminamos aquí, porqué creamos MUTUO y qué nos mueve.
Por cierto, si hace unos años nos hubieran dicho a cualquiera de los dos que nos dedicaríamos 100% a las comunidades, no sólo nos hubiéramos reído mucho, si no que no sabríamos ni a qué se refiere.
Pero aquí estamos. Y aquí esta MUTUO! Ahora pasamos el 110% de nuestro tiempo pensando, hablando, leyendo sobre comunidades. Estamos creando este sistema en el que damos vida a los grupos, a verdaderas conexiones humanas, a transformaciones únicas.
A continuación les contamos nuestra historia y cómo llegamos aquí.
Renata Soto
No se si sean como yo (chismosos). Pero seguramente alguna vez en un aeropuerto, en un centro comercial, en un concierto, etc, se han sentado y han observado a la gente ser, convivir, moverse.
Desde pequeña, fui la niña de las preguntas incómodas. La que seguía preguntando “¿pero porqué?” y mientras que sí, enloquecía a mi mamá, hoy es una parte de mi que me encanta y me enriquece mucho. Mi curiosidad y mi capacidad de observación me llevaron a elegir una profesión con la que yo creí que podría cambiar el mundo: el periodismo.
Y el periodismo me llevó a muchísimos lugares (externos e internos) que me enseñaron tanto sobre quienes y cómo somos los humanos, la historia de nuestra humanidad, nuestras vulnerabilidades. Trabajé en casi todas las industrias: política, moda, arquitectura y construcción, noticieros en televisión (estuve ahí cuando Grupo Imagen abrió su canal de TV abierta), deportes y estilo de vida.
Pero lo que siempre me llamó la atención y me hacía clavarme más fuera cual fuera la industria en la que estaba en ese momento eran las transformaciones de las personas, sus historias. Cómo convivimos, qué nos mueve, qué nos asusta, qué nos hace ser amables con otros (y qué provoca lo contrario). Y como buena extrovertida, siempre me fue muy fácil construir relaciones y amistades. La gente casi siempre de manera muy natural compartía su historia conmigo. Mi papá dedicó su carrera a la hospitalidad, la cual se convirtió en otra de mis obsesiones.
Conectar puntos, encontrar hilos que nos unen a todos. Recordar historias. Pensar en cómo x puede ayudar a y. Cómo puedo crear un highlight moment para una persona, cómo puedo hacerlos sentir en casa, en un lugar seguro.
Mi pasión por construir comunidades nació conforme lo hacía. Lo que yo tenía frente a mi era la oportunidad de trabajar en una startup con un equipo de gente que me inspiraba, que tenían experiencias e historias increíbles y yo sólo estaba feliz de estar sentada en esa mesa.
Cuando me uní al equipo de Yayem, tenía muy poco claro lo que mi rol como Community Manager involucraría. Les voy a ahorrar tiempo: todo. Es un constante malabareo de ideas, caras, nombres, crear experiencias, tomar la temperatura de la comunidad, hacer admin, estrategia de crecimiento, sonreír mucho, apagar fuegos y ser creativo on your feet.
Me fui dando cuenta que no todos tienen este skillset, que lo que a mi me viene fácil a muchos les cuesta sangre; que el 80% de mi trabajo no se sentía como trabajo. Me di cuenta que lo que estaba haciendo mejoraba el día de alguien, que pude hacer a un extranjero sentirse en casa, que hice conexiones entre personas que jamás se hubieran encontrado de otra manera. Se sintió como un superpoder. Y un día platicando con amigos, me dejaron todos muy claro que esto de “hacer comunidad” no es fácil y que en esa mesa la única que realmente lo puede hacer era yo.
Porque a veces (muchas) necesitamos la validación externa para vernos y apropiarnos, desde ese día supe que mi nuevo rumbo de carrera eran las comunidades. No solo eso, sino que por el giro en el que trabajaba (clubes de membresía) noté la tendencia. Esta tendencia de reunirnos, de conectar, de encontrar identidad, de volver a confiar. Leía reportes, newsletters, asistí a conferencias, nos invitaban a eventos, a colaboraciones, etc.
El mundo se está plagando de comunidades. Pero de comunidades que realmente no ofrecen valor. Por eso nació MUTUO. Para diseñar comunidades de valor, que ayuden a la gente a contar historias extraordinarias.
– RS
Santiago Espinosa
Hace exactamente dos años, estaba yo en un lugar muy complicado en mi vida. Llevaba un rato en un lugar muy incómodo del que quería salir, pero no tenía las herramientas de cómo moverme.
Fue entonces cuando tres comunidades me cambiaron la vida: Wealth Mastery, Reborn y Performers.
En esos espacios encontré algo que ni mi familia, ni mis amigos, ni mis cuates de la chamba podían ofrecerme: una forma diferente de pensar. Y más importante aún, gente que vivía esa realidad todos los días.
Las comunidades transforman personas, pensé en esa época. Me di cuenta de que una buena comunidad va a transformar a una persona del estado A al estado B.
Y esa transformación se convirtió en mi obsesión.
Pero mi historia con las comunidades no empezó ahí.
Desde mis días como presidente de la asociación de ingenieros industriales en el Tec de Monterrey, y más tarde, como presidente de mi generación del MBA en el IPADE ya sentía esa inquietud hacia crear espacios donde las personas pudieran conectar más allá de lo superficial.
Experimenté de primera mano cómo un grupo de estudiantes o ejecutivos estresados podía transformarse en una poderosa red de amigos. Esos lazos fueron toda la diferencia al atravesar la incertidumbre de la pandemia mientras estudiábamos la maestría, por ejemplo.
Incluso en mi vida corporativa los proyectos que realmente me emocionaron siempre involucraban lo mismo: crear conexiones entre personas, resolver problemas juntos, generar valor real para la gente.
Era como si toda mi vida hubiera sido una preparación para entender algo fundamental: Las relaciones humanas profundas —no los algoritmos, no los funnels, no las métricas vacías— son lo que transforma vidas y negocios.
La claridad llegó durante un viaje de investigación, del cual pueden leer más detalles aquí. Pero para hacer el cuento corto: El único incentivo una y otra vez era el mismo, era la conexión humana. “Esto cambia todo. Crear comunidad no es solo una posibilidad de los individuos. Las empresas también pueden hacerlo", le dije a mi esposa.
Esta visión del futuro ya está tomando forma. Las señales están por todas partes.
El costo por clic es cada vez más alto. La confianza en los medios digitales se desploma. Las personas están exhaustas del scrolleo infinito y buscan conexiones reales. Estamos migrando hacia una era de constelaciones de comunidades. Cada uno de nosotros participando en grupos hiper-locales organizados por interés genuino.
No es broadcasting, es diálogo. No es audiencia, es tribu.
Por eso nace MUTUO.
Porque descubrí que un grupo de WhatsApp no es igual a una comunidad. Que una audiencia no es igual a una comunidad. Que un grupo de followers no es igual a una comunidad.
"Una comunidad necesita estructura", le expliqué a un inversionista hace unos meses. "Necesita entender el comportamiento humano. Necesita crear el contenedor correcto para que, dentro de él, emerjan esas conexiones profundas y vulnerables que llevan a la transformación."
Con mi co-founder Renata, quien tiene una experiencia global invaluable en comunidades, estamos construyendo la metodología y las herramientas para que líderes y organizaciones en Latinoamérica puedan crear estos espacios de transformación.
– SE
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